miércoles, 25 de enero de 2012

ACHICHARRADA

Joder, de verdad, no sé que me pasa últimamente, pero parezco radioactiva… Todo, todo, todo me da calambre y lo que no me da calambre, me ataca y me abrasa… No entiendo, no he hecho nada raro, no he tomado nada extraño, ni me han hecho pruebas médicas, pero me pasan unas cosas rarísimas.

En primer lugar, de un tiempo a esta parte, cada vez que toco a alguien en el VIVERO pega un chispazo. Todos mis compañeros jardineros lo relacionan con la suela de mi zapato y el suelo del curro, pero los zapatos más o menos son los mismos que antes y el suelo no lo han cambiado. Y no recuerdo que entre ellos se hayan peleado últimamente.

Cada vez que me acerco a alguien, PAS! Suena un chispazo que te cagas!!! Y ahora, cuando voy a tocar a alguien tengo que darle, previamente, unos cuantos golpecitos o toquecitos en el brazo, porque si me acerco sigilosamente se puede ver hasta la chispa con estrellitas que salta.

Dice el AVIADOR, que sabe cosas muy raras, que como camino arrastrando los pies, me cargo de energía estática… Yo no arrastro los pies, qué coño! no los he arrastrado en mi vida… Y toda la energía que tengo se me acaba porque no paro de moverme, con lo cual muy estática no está… Pero bueno, alguna explicación tiene que tener.

En segundo lugar, en mi última escapada a Chicago, como no, me llevé uno de los bienes más preciados que tenemos las mujeres y del que no nos desprendemos nunca jamás: el secador.

(Hago un inciso para explicar que una vez que una mujer encuentra un secador apropiado a su cabellera, que chuta el aire estupendamente, y que, junto con el cepillo, consigue darle a su pelo esa forma maravillosa que le hace sentirse segura y estupenda, esa mujer deja de ser un alma errante en busca de un “look” que sólo se consigue en la pelu, y pasa a ser una mujer segura de si misma, porque tiene entre sus manos el bien más preciado y perseguido por todas: UN PEDAZO DE SECADOR).

Bueno, pues, por supuestísimo, a Chicago viajó conmigo mi cepillo del pelo, mi secador y mi conversor de enchufes, porque en América los enchufes tienen los pitorros aplastados y en Europa los tienen redonditos.

(Hago otro inciso para protestar enérgicamente sobre esta diferencia en los pitorros de los enchufes, porque no entiendo porqué ellos usan esos y nosotros usamos los otros, no lo consigo comprender… ¿¿¿No somos todos iguales??? Pues los pitorros de los enchufes también deberían serlo, no?)

Cuando el primer día me lavé el pelo en Chicago (mira que me está costando centrarme eh?), al darle la máxima potencia a mi super-secador, el pobrecito mío soltaba menos aire que Piolín… Era como si estuviera soplándome un colibrí … No se me movía un pelo. Nada de aire, nada del rugido aleonado habitual de mi secador… Vamos, una mierda pinchada en un palo… Era evidente que en América no coincide ni el enchufe, ni las revoluciones a las que funcionan los “pequeños electrodoméstricos” (cosa que tampoco entiendo coño! y vuelvo a protestar enérgicamente contra ello). Y pensé, como salga a la calle con el pelo a mediosecar a -11 grados, se me va a escarchar la cabeza y me van a acabar ingresando con un derrame cerebral o una embolia … lo mismo me da que me da lo mismo… ¡Palmo fijo!.

CONCLUSIÓN: Tuve que coger, a-trancas-y-barrancas el secador del hotel. Al que, inicialmente, miré con recelo y repulsión… Pues mira! Me sorprendió, porque aquel secador birria, pírrico y negruzco de hotel, resulta que tenía una fuerza más o menos aceptable y, aunque iba a tardar un poco más de la cuenta en secarme el pelo, iba a conseguir algo más o menos digno… En realidad daba igual, porque la cabeza iba a ir metida en dos gorros, pero bueno… las presumidas y coquetonas somos así…

Allí me puse, manos a la obra, y al ratito, el birria negro empezó a oler regulinchi, y cuando lo miré, tenía todos los tirabuzones esos que tienen los secadores en la trompa de un tono rojo incandescente preocupante. Lo apagué, salí a hablar un poquito con mis niñas S. y D. y volví a entrar a seguir en la hazaña secadora. Pensé que le había dado tiempo suficiente de recuperación, estaba claro que no, y en un momento dado, me acerqué demasiado el secador al cuello y entonces él aprovechó para vengarse de mi y de mi falta de confianza en sus posibilidades y ¡¡¡frisssssssssss!!! “Ayyyyyyyyyy!”… Joder, me chamusqué el cuello… “¡Qué dañooooooo!”, “¿Qué te pasa?” “Nada, nada”… Miré la boquilla del secador y, alarmantemente, era de acero inoxidable!!! Con lo cual aquello se puso a quince mil grados y que rechamuscó todo el área que pudo… El cabrón del secador!!! Me dio como vergüenza contarlo, y como no me atreví a decir “Me he quemado con el secador y como soy una blandengue he gritado”, pues me vestí con las cinco capas, entre las que se encontraba un jersey de cuello alto y ni me volví a acordar del incidente…

A la mañana siguiente, me duché, pero no me lavé el pelo porque me había sentido absolutamente agredida por el secador y le miraba con cara de “traidor, me has hecho pupita”, y él a mi como “¡cógeme que tengo un resquemorrrrr…!” y además noté en él una clara animadversión hacia mi, y cuando me puse colonia en el cuello… “Ayyyyyyyyyyyyyyy!”“¿Pero qué te pasa?” me decían mis niñas… Me miro el cuello en el espejo… Madre mía!!! No sabía si me había peleado con un gato o un vampiro de crepúsculo me había pegado un bocado, pero tenía tres rayas rojas y perfectamente paralelas e incandescentes en mitad del cuello… “¡¡Por favor mirad lo que me ha pasado!!”“¡¡¡Bestiaaaaa, como te has hecho eso!!!”“Fue ayer con el secador”“¿El secadorrrr?” … Se miraron entre ellas. Se lo expliqué tal cual había ocurrido… Se volvieron a mirar entre ellas. Creo que aquellas dos todavía no se lo han creído…

Cuando llegué a casa, fue lo primero que le enseñé al AVIADOR… La mejor defensa es un buen ataque, a ver si lo iba a descubrir días después y se iba a creer que me chuto en el cuello o algo así… Todavía lo tengo escocido y dolorido…

Y me he dado cuenta de que soy tonta-del-bote, porque América es el lugar  apropiado donde por una chorrada de estas sacas dos o tres millones de dólares de indemnización, ya que me debería haber querellado contra: la casa fabricadora de secadores asesinos, la casa ponedora de enchufes aplastados (si hubiera puesto el mío redondito esto no me hubiera pasado), el arquitecto que diseñó el cuarto de baño, el arquitecto del hotel, si fuera distinto del anterior, la casa fabricante que puso la moqueta en el hotel (¿por qué la moqueta? Porque me da la gana ¿vale?) y a la cadena Sheraton. Joder, me hubiera sacado un repastón!!! Qué lerrrrrrrrrrrrrrrda soy de verdad!!!

En tercer lugar, y esto sin lugar a dudas es lo más asombroso…

Todos los días voy en Metro. Esto no es asombroso en absoluto. Van un porrón de personas, y además, todas a mi misma vez, por lo cual, y para disiparme del ambiente glamouroso que me rodea (o que se superpone encima de mi, porque vamos como piojos en costura), me pongo los cascos…

Es increíble, pero cuando me pongo los cascos, enganchaditos al teléfono y suena la música, me evado totalmente de los que están conmigo compartiendo los vagones, por supuesto, dejo de oir, pero también huelo menos y veo poco… Y, cualquier día me voy a caer al andén!!! Porque me teletransporto…

Bueno pues el otro día, iba con mis cascos, mis mismos cascos de siempre, enganchados a mi móvil, el mismo móvil desde hace un año, y noto en el oido un “clipgzt!”, me quedo parada en seco, la música sigue sonando… Vuelvo a caminar y otra vez “clipgzt!” en el mismo oído. Quito la música. Sigo caminando por el Metro… Nada. No pasa nada… Y pensé “eso es el casco que ha chocado con mi pendiente, y están los dos a puñetazo limpio”… Vuelvo a poner la música y de pronto “clipgzt!” “clipgzt!” “clipgzt!” “clipgzt!” “clipgzt!” “clipgzt!” “clipgzt!”, y dos chupinazos de corriente en cada oído de flipar!!!!! Joderrrrrrrr!!!

Casi muero electrocutada por culpa de los cascos de mi teléfono… ¿?¿?¿?¿? Se ha visto muerte más absurda y ridícula ¿?¿?¿?¿?¿?
Toda la vida luchando, viviendo, currando, intentando hacer las cosas medianamente bien, y te mueres porque te quedas pegada al suelo del Metro camino de tu casa, por culpa de unos cascos unidos por un cable a tu teléfono y mientras escuchas “Mira la vida” de Dani Martin, casi, casi pierdes la tuya… ¿?¿?¿?¿?¿?
Es super absurdo!!! ¿No?

Imagínate la conversación: “Oye ¿sabes lo de Mara?” … “Sí, tía, qué fuerte!!! Y ¿cómo ha sido?”“Pues hija, super raro, achicharrada por los cascos del móvil mientras oía música camino de su casa, hija, se quedó pegada al teléfono patas arriba en el andén del Metro”“Vaya tia, que horror no?” “Si, pero de todas formas era una tía muy rara… ¡Tenía un blog!”

(Lo siento, hoy blogger ha decidido que mi post no tenga foto... Es lo que tenemos la tecnología/electricidad y yo, que últimamente nos llevamos faltal)

9 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Pareces hija de Magneto.
Cualquier hacen un cómic sobre ti.

Besos aislantes.

El 16 en discordia dijo...

Y yo el otro día buscando unas pinzas para arrancar el coche,si llego a saber que tienes ese don te hubiese llamado para que pusieras tus divinas manos en los bornes de la batería.

Anónimo dijo...

Jajaja, me iba a morir de risa. Maridín preguntaba qué lechuga estaba haciendo...

Mara dijo...

Beatrice, te he pillado aunque vengas disfrazada de anonimo!!!

Anónimo dijo...

Lo de los chispazos es por los frenazos en seco, mas que por arrastrar los pies.
Mito, un beso .

sin más palabras dijo...

Juas juas juas… me parto….
Lo del secador, Nena, muy mal hay que estar más hábil. Si en las “USAS” son capaces de indemnizar a un tipo porque su rollo de papel higiénico no tenia los metros que decía debía tener, imagínate la indemnización que te hubiesen pagado a ti si además de daños morales también había daños físicos, jejeje
Y lo que me he podido reír con lo de morir pegada en el metro con los cascos del teléfono.. sin comentarios (quizás tenga algo que estoy leyendo Maldito Karma y me ha recordado a la protagonista, jejeje). Un abrazo de lejos (por lo de los calambres) y cuidado con los chispazos.

Mara dijo...

Sin más: Pues igual de glamurosa la muerte de la prota, que la mía... Quizá la suya más porque estaba en la azotea estupenda de un hotel cojonudo... Yo, en el andén del Metro, lo peor de lo peor...

Mikito: Gracias. Frenaré menos.

16: Yo te presto mis pinzas pero son para las cejas...

Mamen Martin dijo...

Chispitaaa, esto te pasa por toda la energia que tienes, energia positiva, que desbordas por todas partes.pobrecita mi niña, pero claro, no tiene el mismo glamur, morir por un secador asesino en chicago que por un chispazo de cascos en el metro.
Un chispi besazo.

Beatrice dijo...

Reconozco que he descendido hasta el último párrafo, y no necesito más para reír.
No te imagino patasarriba achicharrada con el pelo escarolado.
Ya te lo vengo diciendo desde hace tiempo, el tema es que tienes mucha vida, energía, chispa, llámalo como quieras. Siempre "contracorriente", la pera limonera.

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