sábado, 13 de abril de 2013

NO SOIS CULPABLES, NI RESPONSABLES DE LO QUE HAGAMOS

Cuando eres padre (madre) no sabes donde te estás metiendo, no sabes hasta donde alcanza tu responsabilidad para con tus cachorros, ignoras totalmente que lo que te viene es para toda la vida, crees que sólo has de cuidar de ellos mientras son pequeños y que cuando “echen” a volar, ya les habrás dado la formación e instrucciones suficientes para que sean unas buenas personas, para que se defiendan por el mundo, para que luchen y se forjen como ciudadanos de este planeta y sobre todo, no te planteas que cuando alcancen una edad adulta te vas a seguir sintiendo responsable de las cosas que hagan o les pasen.

Nacen, son unos bebotes apuchuchables y tiernos, y les quieres, con toda tu alma, les cuidas como primor, les besas con pasión. No puedes creer que el Cielo te haya regalado a tu bebé, a tu hijo… Qué grande!!! Tuyo y solo tuyo...

Miras por las noches en su cuna para comprobar que siguen respirando, pegas la oreja a su cuerpecito para ver si sigue vivo… Toda tu preocupación es no estar a la altura de lo que se espera de ti como padre, en el sentido más primario, en el sentido de cubrir sus necesidades vitales y constantemente te planteas el famoso “¡¡¡si yo soy novato en esto… este niño se tiene que morir!!! No traía libro de instrucciones…”

Con todo tu amor le crías. Le das de comer. Le limpias el culo con toallitas de seda con aromas de aloe vera y jazmín para que no se escueza. Pasas noches en vela porque los dientes le producen babas que al tragar se convierten en fuego y que echan por el culo y se lo ponen como a un mandril y tú le aplicas Mustela por kilos… Y se lo aplicarías con la lengua si fuera necesario, porque es el culo de tu niño, lo que más quieres en la vida, aquello que da sentido a tu existencia y que, hasta que no pasa el tiempo suficiente, no te terminas de creer que va a conseguir sobrevivir con unos padres tan inexpertos…

Sientes que se parte el corazón cuando se caen de la bicicleta y se hacen una herida sangrante en la rodilla, te quieres morir cuando se caen de un árbol, al que se han subido para coger una pelota que se les ha colado, tienes pesadillas pensando que se traga una canica y te da pánico que se meta un garbanzo por la nariz y le germine por el ojo…

(Inciso: este tema con los garbanzos es algo que me ha traído por la calle de la amargura durante la infancia. Cuando era pequeña, una profesora del colegio nos contó que un niño se metió un garbanzo en la nariz y le germinó por el ojo. Al niño le salieron flores y garbanzos por los ojos durante muchos años… ¡¡¡Qué horror!!! Yo me lo tragué!!! Y durante muchos años tuve mis reticencias a la hora de comer garbanzos porque estaba convencida que de me germinarían por el culo… Absurdo a que si? Ya se me ha pasado… Menos mal!!!. Termino el inciso)

Procuras para él todos los juguetes, los mejores colegios que puedas costearte, quieres (o pretendes) que los amigos de tus hijos sean los hijos de tus amigos, porque les están criando bajo las mismas directrices que tú, has visto crecer a esos niños y te encanta la educación que les han dado y, lo peor, quieres aislarles de los peligros de la vida, metiéndoles en una burbuja y defendiéndoles de todos los males que les puedan acechar…

Pretendes que cuando salgan a la vida sin ti, sigan esas directrices o actúan como tú actuarías, y hagan lo mismo que tú harías… ¿Por qué? Porque tu camino a ti te ha dado la felicidad, porque como vas por delante, sabes y conoces las consecuencias de determinados actos, porque como ya eres mayor, tienes experiencia y conoces la mejor forma de salir de algunos embrollos, que, básicamente es, no meterte.

Te equivocas…

Cuando llegue el momento ellos elegirán su camino… Sus amigos, su carrera, su oferta laboral, su novia, su novio, su coche (salvo que se lo tengas que pagar). Y tú te limitaras a verle actuar, a escuchar, a “apoquinar” si se diera el caso, a ayudar… pero difícilmente te dejarán opinar, porque ellos ya se consideran adultos y quieren vivir su vida y tomar sus propias decisiones, aunque no sean conscientes de las consecuencias de las mismas.

El problema radica en que cuando se equivocan, cuando hacen algo que no está bien o con lo que no estás de acuerdo, tú, como padre, te sientes responsable y culpable, porque piensas que no le has inculcado los valores o principios suficientes para que no actúen de una determinada manera.

Te vuelves a equivocar…

Es necesario para cualquier ser humano, tu hijo incluido, tomar decisiones, ejecutarlas, equivocarse en la decisión tomada y asumir las consecuencias de sus actos. Es necesario darse de bruces con un problema y tener la fuerza suficiente para afrontarlo, sin que venga tu padre a sacarte del embrollo. Y es necesario, porque algún día tu padre no estará a tu lado para ayudarte y si te has acostumbrado a que te saquen las castañas del fuego, no sabrás como actuar y no madurarás nunca.

Tú, como padre, no eres en absoluto responsable de los que hacen tus hijos llegada una determinada edad. Tú, como padre, ya les has procurado lo mejor, ya lo has intentado, ya lo has hecho todo y ellos ya han salido del nido, han echado a volar, ya van a vivir su vida, que, aunque de vez en cuando se cruzará con la tuya, es totalmente independiente de ella. Y a ti, como padre, que durante muchísimos años has sido el protagonista absoluto de su vida, te duele ver que pasas a ser un actor secundario, que lo que les digas y aconsejes no va a ser seguido “apiesjuntillas” por ellos, que ya no te necesitan para vivir, y que en algunos momentos incluso te ocultarán las cosas para evitar una charla profunda sobre algo que ellos ya saben que han hecho mal, pero que tú, como padre, te ves obligado a recordar, porque en el fondo, repito, te sientes culpable y responsable de lo que haga tu hijo.

Los padres no somos culpables de lo que hagan nuestros hijos alcanzada una edad de madurez determinada.

Los padres no sois responsables de lo que hagamos vuestros hijos alcanzada una edad de madurez determinada.

Y esto a nuestros padres les cuesta una barbaridad asumirlo…

(Este post es consecuencia de una reflexión que he tenido, después de haber mantenido una larga conversación con mi madre)

6 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Claro que no.
A partir de una edad la responsabilidad es exclusiva de cada persona.

Besos.

Anónimo dijo...

Conociendo a las dos, me imagino que la conversación habrá durado días, no horas, y además no habrá terminado( cosa que envidio en estos momentos).
Ser hijo y/o padre no es fácil, yo creo que dichas condiciones tienen siempre una responsabilidad con el padre o/y con el hijo, y es muy complicado no sentirse responsable, independiente de la edad.
¡Lo que me haces reflexionar PRIMA!

El 16 en discordia dijo...

Alguien duda de que la responsabilidad sobre un hijo tiene fecha límite?
Pero los padres somos así...
O si no fíjate y analiza los casos(muchos)en los cuales a los hijos no les salen las cosas como esperaban o les salen mal y los padres siempre analizamos en que hemos fallado o que podíamos haber echo mejor.
Siempre nos creemos responsables y sobre todo de lo que conlleva algo negativo.

Buen post.

Alejandra dijo...

Totalmente de acuerdo, pero a ver cómo me convenzo de ello...
No sé si conoces la Definición de hijo de Saramago, a mí me gusta mucho:
"Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo... EL MAS PRECIADO Y MARAVILLOSO PRÉSTAMO ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos."

Por cierto, tengo la teoría de que el culete se escuece ¡y cómo!, porque la caca es ácida y sumamente irritante. Solución: cambiar al niño muuuUcho más frecuentemente. (Tengo el"orgullo y satisfacción" de que los míos jamás se han escocido, también hay que decir que yo no olía culetes para ver si había novedad, yo ¡respiraba culetes!...). ¡Un besico guapa!.

Grandullón dijo...

Soy de los que piensan que los hijos pueden renunciar a los padres pero que los padres nunca podemos renunciar a nuestros hijos . Al leerte y estando de acuerdo en la exposicion esta me parecía , como no puede ser de otra manera muy de madre muy femenina! Y al decir al final que esta nacía de una conversación con tu madre tiene mas sentido .En mi opinión los padres somo mucho mas abiertos a los que los hijos experimenten y se equivoquen que vuelen y se formen sin que ello nos produzca la misma sensación de "nido vacío" que se da en las madres,máxime si estas no trabajan fuera de casa .
En todo caso un buen post , como siempre entretenido. Un beso Mara.

Anónimo dijo...

Buenas noches, que dificilísimo es no sentirse culpable, sobre todo cuando en todo momento te recuerdan que lo que apreden , ven y sienten los primeros años de su vida marcan para siempre.y se que es así . Espero no sentirme culpable. Besos , BIMBO

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