martes, 7 de febrero de 2012

CARTA AL PASADO

Querida Mara Quinceañera:

¡¡Qué feliz eres!! ¡¡Qué protegida estás!! ¡¡En qué burbuja tan maravillosa vives!!

Tienes unas amigas estupendas (y las que te quedan por llegar), te estás formando como persona en un ambiente inigualable, todo a tu alrededor es paz, alegría, sonrisas, cariño, no tienes ningún problema gordo, y todas tus preocupaciones se resumen en “tengo que sacar buenas notas para poder salir el fin de semana”.

No tienes ni idea de lo que te deparará la vida. Tampoco te preocupa. No sabes las distintas tesituras en las que te vas a encontrar, todavía no sabes lo que es la traición, la angustia, la desesperación, la ausencia absoluta, ni el sufrimiento tuyo o de tus prójimos más cercanos. No sabes nada de la vida, y lo peor es que crees que lo sabes todo. Y lo que es más peor, crees que todo el mundo es bueno, te cuesta pensar en la maldad y el retorcimiento de las personas.

Me hubiera encantado poder enviarte a tiempo esta carta, aunque conociéndote como te conozco, no le hubieras hecho ningún caso e incluso te hubieras reído de su contenido, o no, quien sabe.

Estás en un momento de tu vida en que crees que tus peores enemigos los tienes en casa, porque son los que limitan, aparentemente, tu libertad de actuación y por ello, estás deseando salir de allí, en cualquier momento, con cualquier excusa, para ser tu misma… Te equivocas. Donde más “tu misma” eres es con ellos y entre ellos. Porque son los que más te quieren, los que más te respetan, los que más te miman, los que te aceptan de verdad, los que no te juzgan… Con el tiempo encontrarás amigas que también actuarán así, algunas ya han aparecido en tu vida, pero todavía no te han demostrado hasta donde son amigas tuyas, porque no ha habido necesidad.

Los de casa sólo están intentando hacer de ti una mujer íntegra, sólo pretenden educarte y prepararte para la vida, y esos mínimos límites a la libertad sólo son un aperitivo de las murallas que vas a encontrar más adelante, y que en muchas ocasiones no podrás saltar ni esquivar, y te harán sentirte totalmente encerrada en la vida que tú te has creado, y verás que, donde en realidad tenías libertad, era con ellos, bajo su tutela, bajo sus normas, bajo su cariño.

Te parece que estar con tu padre una tarde, tirando de su carro de golf y conversando tranquilamente, es aburrido y lo que no sabes es que más adelante estarás dispuesta a pagar lo que sea por estar junto a él cinco minutos. Por abrazarle, por decirle que le quieres, por plantearle problemas de los de verdad, por besarle, por volver a ver en sus ojos el profundo amor que te tiene, por olerle, por demostrarle todo lo que le quieres. Te vas a quedar con una sensación horrible de que no has aprovechado el tiempo a su lado, de que te lo han quitado injusta y precipitadamente, de que no has querido disfrutar lo suficiente de su compañía… Esto te va a costar mucho, muchísimo superarlo, si es que lo logras superar algún día.

Crees que tu madre ha nacido para fastidiarte, que está ahí para intentar impedirte hacer todo lo que te apetece, incluso te estás planteando que no le caes bien y que no te acepta, que no le gusta como eres. Y no vas a ser consciente de lo que ella pretende de ti hasta que seas madre. Hasta que te toque educar a los tuyos. Y te oirás una y mil veces repetir las mismas, mismitas, frases que te decía tu madre, y verás en tus cachorros tus mismos gestos de disconformidad ante tus decisiones… y sabrás que eso es lo que toca y que no te valorarán, si es que lo llegan a hacer, hasta que sean padres.

Con el tiempo te darás cuenta de que madre sólo hay una, y no hay nada, absolutamente nada que le puedas decir, que produzca en ella susto o vergüenza, porque ella sólo y exclusivamente quiere tu felicidad… y tu infelicidad supone, directamente, la suya, tus desvelos, son sus desvelos, tu sufrimiento implica el suyo… Pero ahora mismo, Mara Quinceañera, no puedes comprender esta afirmación porque ella está en fase educativa y formativa, y tú en momento de rebeldía, en momento de “quiero más”, en momento de “me estoy perdiendo tantas cosas”...  
 
Tus hermanos, Mara, parece que tienen su propia vida y que no se dan cuenta de lo que pasa en la tuya. Esa es tu percepción. Como siempre, errónea. Sólo parece que tu hermana mayor menor se preocupa por ti, y que los tres mayores tienen sus vivencias y existencias, y como son mayores que tú crees que no se fijan en las tonterías de una quinceañera. Lo que no percibes es que ellos, desde la distancia, te vigilan, te cuidan, te miman, miran por donde andas… Y con el tiempo te demostrarán que siempre estarán a tu lado… Y con el tiempo te darás cuenta de que es muy difícil estar a la altura de cuatro personas tan maravillosas como ellos.

Acabas de entrar en un colegio nuevo y distinto, muy distinto al anterior… Allí encontrarás a una profesora que marcará tu vida para bien, y en la que siempre te podrás apoyar, y dos personas absolutamente irrepetibles, que muchos, muchos, muchos años después seguirán contigo, a tu lado, cerquita, muy cerquita… para las que no habrá secretos, en las que podrás volcar tus inquietudes y tus vivencias, y, lo que es más importante, hablarán el mismo, el mismito idioma que tú. Ahora, recién llegada al colegio habláis idiomas parecidos, en un par de años, hablaréis exactamente el mismo, y eso es una gozada. Habrá momentos en que las universidades, los trabajos, los novios, los amigos parece que os alejarán, pero no! Nada te podrá separar de ellas…

Y en cuanto al amor… Uffffff!!! Madre mía, Mara, todavía no sabes nada, absolutamente nada de lo que te queda por pasar… Para empezar porque para ti el amor es uno de los pilares fundamentales de su existencia, por no decir el pilar fundamental, pero no te has dado cuenta. Tienes un problema que todavía no sabes y es que no sabes vivir sin amor… y no lo sabes, porque llevas quince años rodeada de gente que te quiere y a la que adoras, por eso no sabes lo duro, durísimo que puede llegar a ser vivir sin él.

El amor, en todas sus facetas, será fundamental en tu vida. Probablemente porque te están queriendo tanto, tantísimo en tu casa, vas a necesitar que quieran tanto, tantísimo fuera de ella. Y te equivocas,  porque como te quieren en casa, no te va a querer nunca nadie.  

Es una pena, una verdadera pena que esta carta te llegue veintidós años tarde. Si la hubieras recibido en aquel momento, probablemente te hubiera ayudado a valorar lo que estás viviendo ahora mismo, a aprovechar al máximo a esos seres que te dedican todas sus atenciones y cariños, a ser más feliz (si cabe) con lo que tienes alrededor, aunque es difícil que seas más feliz, porque si por algo te caracterizas a tus quince años es por el “Carpe diem”, por aprovechar al máximo todas las circunstancias de tu existencia, por disfrutar a tope de la vida… Sigue así.

Te quedan cuatro años para continuar viviendo en la más absoluta de las felicidades, en la ignorancia de lo que es el sufrimiento, en tu nube particular… Aprovéchalos, porque dentro de cuatro años va a desaparecer físicamente de tu vida el ser que más te ha querido hasta el día de hoy, y aunque por fuera nadie lo note, esto va a suponer un desgarrón absoluto en tu existencia, un antes y un después para siempre… E incluso, ahora, hoy por hoy, cuando te digan una fecha pensarás “Papá estaba conmigo” – “Papá ya se había ido”…

¡¡¡Vive a tope Mara Quinceañera!!! ¡¡¡Vive y sé feliz!!!

Haz lo que él siempre te dijo: “Que nada ni nadie te quite tu alegría”…

Un beso enorme desde el presente, que es tu futuro y mucha fuerza.

9 comentarios:

El 16 en discordia dijo...

Solo puedo decir una frase.
Precioso relato.

Beatrice dijo...

Mucha nostalgia, Mara. Papá nunca se fue de tu lado, lo sabes bien. Está sin dejarse ver, así son las cosas allí arriba.
No creo que se haya acabado el tiempo de ser feliz, vive y sigue siendo feliz, pero más feliz que antes porque ahora ya sabes más de la vida.
Te voy cogiendo cariño, del de verdad.
Beso fuerte de,

Mamen Martin dijo...

Jo, que bonito cariño, y que verdad todo lo que dices, pero el pasado es asi.Si volviéramos hacia atrás cambiariamos muchisimas cosas,yo lo que si intento es que mis hijos no cometan mis mismos errores, pero es nuestra vida, y hemos aprendido de ella, gracias a nuestra base, que son nuestras maravillosas familias,gracias a ellos,somos unas pèrsonas maravillosas a las que no les puede faltar lo más importante, el amor,te quiero mi vida

TORO SALVAJE dijo...

Me ha conmovido tu carta.
Me ha dado mucha pena.
Siento lo de tu padre.

Besos.

Gonzalo Viveiró Ruiz dijo...

Ojala te/le llegara la carta!!!

Mara dijo...

Ojalá...

sin más palabras dijo...

Hija por el Santo Creador.... qué forma de llorar. Conmovedor no, lo siguiente.

pseudosocióloga dijo...

Si te hubiera llegado entonces....no le hubieras hecho ni caso porque la verdad más verdadera es que a esa edad, de verdad, crees saberlo todo.
Muy bien contado.

Beatriz dijo...

De lo más bonito que has escrito amiga....sin duda alguna!

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