martes, 6 de diciembre de 2011

EL GREMIO


En el mundo laboral es muy, muy, muy difícil tener amigos. Si los tienes, eres un afortunado. (Yo soy una afortunada). Pero lo normal es que no sea así. Hay personas en tu trabajo con las que convives muchas horas, con las que intentas tener una convivencia fácil, agradable y tranquila, con las que intentas pasar buenos momentos, pero … ¿amigos, amigos? No suele haberlos.

Y eso se nota, fundamentalmente, cuando surgen los problemas, cuando hay una cagada y hay que demostrar la inocencia de cada uno… Lo normal, y más fácil, es cargar contra el de al lado para: 1.- Quedar tú por encima y que se vea tu valía. 2.- Demostrar lo mal que lo hacen los demás y lo bien que lo haces o hubieras hecho tú.

Es dificilísimo encontrar en el trabajo a una persona que, por amistad, se coma un marrón tuyo… Dificilísimo… Los hay eh? Pero son muy escasos. Todos tiramos a salvar nuestra honra y reputación (y nuestro culo) señalando con el dedo al que ha errado en su actuación. Y esto es una verdad como un templo.

Es más hay peña que mete la pata y echa la culpa al de al lado, pero eso ya es de tercera regional y ni les entro a valorar… Esos son asquerosos…

Pero por lo general, sólo arremetemos contra el de al lado cuando no hemos sido nosotros y queremos quitarnos un muertazo de encima que no nos corresponde.

Esto no ocurre en todos los trabajos. No. Ni mucho menos. Yo he encontrado un gremio, maravilloso, en el que los que son amigos, lo son de verdad, y no tienen que demostrar nada a nadie.

No hay un gremio más unido, más amigo, más hermano, que el gremio de la aviación.

Me alucinan. Me encantan. Me divierten. Me dan muchísima envidia.

Cuando dos aviadores son amigos; son amigos de verdad. Vuelen juntos o no, son amigos, y mientras están a los mandos del avión no existe entre ellos ningún tipo de rivalidad, porque para ellos lo fundamental es que ese avión despegue bien, vuele por la ruta más rápida y segura, evitando turbulencias y tormentas, y aterrice adecuadamente en el punto de destino.

Nada más.

No tienen que demostrar nada a nadie. Ni a los clientes, ni a la tripulación, ni al que está sentado a su lado en la cabina. No tienen un jefe que les vigila cuando están haciendo su trabajo…

(Hago un inciso para decir que si que hay unas jefas que les vigilan cuando están ejerciendo su trabajo, pero son unas jefas silenciosas y cómodas, que no estorban durante el ejercicio de su actividad laboral. Simplemente graban en su memoria todo lo que está ocurriendo durante el vuelo, y sólo en caso de ñordaza, se acude a ellas para saber que ha pasado… Son las cajas negras, que, por supuesto, no son negras, son naranjas)

Otra cosa son las consecuencias y responsabilidades derivadas de sus actos, que son juzgadas tanto por sus jefes, como por el resto del mundo, pero mientras están a los mandos, ejerciendo su profesión, no hay que demostrar que se sabe más que el de al lado, y cuando surge un problema, no buscan al culpable, buscan soluciones, luchan los dos, como locos, por salvar la situación, porque tienen en sus manos, en ocasiones, más de 300 vidas. Todo el mundo habla siempre de las 300 vidas que dominan durante un vuelo, pero el mundo no se da cuenta de que en sus manos tienen algo mucho, muchísimo más valioso e importante que esas 300 vidas; tienen en sus manos SUS PROPIAS VIDAS, y con ellas no tienen ningún interés en jugar.

Aquí no hay prestigio que demostrar, no hay habilidades con las que fardar, no hay posibilidades de ascender por hacerlo mejor, no hay premio al mejor “aterrizador”, ni bonus especial por haber llegado en hora más veces, aquí solo hay una vocación espectacular por la profesión, un disfrute brutal por el ejercicio de la misma, y unas ganas tremendas de llegar al destino sanos y salvos. 

Es un trabajo en equipo repartido maravillosamente. Ninguno de los dos se mete en las “labores” del otro durante el vuelo, salvo que el otro se lo pida, en cuyo caso, lo hace encantado y sin pensar mal sobre el de al lado.

Y esto es así, porque en todas las compañías aéreas existe un escalafón, y desde que entras estás en el mismo sitio, y salvo que, el que tienes por encima renuncie voluntariamente a ascender, pierda la licencia para volar o se muera, siempre, siempre, siempre estarás por detrás de él. Por lo cual, no tienes que hacer malabarismos ni pelotear a nadie. No es necesario, tus malabares y peloteos caerán en el olvido porque nadie puede ayudarte a subir en ese escalafón.

Por tanto, cuando ellos van a ejercer su profesión van tranquilos. No se sienten observados. No tienen la presión de que otro acabe antes, más rápido y mejor. Y después, sea como haya sido el vuelo, se van juntos a desayunar/comer/cenar, lo que toque, en el destino al que hayan llegado. Están tres días, o más, juntos y se vuelven a sus casas con un montón de experiencias por contar, con muchas risas echadas, y casi siempre con un amigo nuevo, salvo que el amigo no sea nuevo, sea conocido anterior, en cuyo caso, vuelven a casa absolutamente encantados y emocionados por los tres días que han disfrutado…

Cuando salen de esa cabina saben pasárselo de coña con el de al lado, y cuando se vuelven a meter, saben perfectamente distinguir entre el trabajo y la diversión y vuelven a ser dos personas luchando por un proyecto común.

Con independencia de que como su profesión es absolutamente vocacional, disfrutan de ella a lo bestia, y les llena absolutamente, por lo tanto son seres esencial y especialmente felices.

Me reitero: este gremio, el de la aviación, me da toda la envidia del mundo, y los demás, “trabajadores de tierra firme” deberíamos aprender de ellos, de su forma de trabajar en equipo y de disfrutar de las horas de curro, sin presiones, sin envidias, sin recelos y sin malos sentimientos hacia los compañeros.

6 comentarios:

El 16 en discordia dijo...

Los amigos en el trabajo es como en el dicho:Dos personas no discuten si una no quiere.
Y lo demás ya lo has dicho.
En referencia a la segunda parte del blog,yo creo que además de los aviadores,hay que mencionar a los componentes y componentas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,a la policía,pero en especial,a los bomberos,esos tipos que están todos a una,nadie es más que nadie,simplemente hacen su trabajo que suele ser el de salvar vidas,incluso poniendo en peligro la suya.(Además un porcentaje muy alto están buenísimos).

Mara dijo...

16: Efectivamente, la policia y las fuerzas de seguridad también son un gremio especial, pero no los vivo tan de cerca... y en cuanto a los bomberos...puf!!! están buenísisisisimo, pero es que los aviadores no tienen nada que envidiarles en ese aspecto eh????? Y en eso si que te lo dice mi experiencia personal...

Uri Contini dijo...

Yo después de varios y variopintos trabajos, he llegado al punto justo de camaradería: conversaciones de temas triviales, encuentros fuera del trabajo los justos y estrictamente necesarios.
Es curioso,en mi trabajo, que es muy descompensado según las épocas, puedo llegar a estar trabajando 12 horas seguidas, y cuando llega momento de agotamiento mental, se produce un estado en el cual brota un sentido del humor cómplice entre los compañeros que hace que nos riamos hasta de nuestra propia sombra (quizás para no acabar tirándonos los portátiles a la cabeza), ese momento solidario de sensación-soy-un-pringao-en-comandita compartido con gestos como que te traigan un café sin pedirlo o te pongan una canción en el tube que saben que te gusta compensan 12 horas de stress un domingo de verano...

Beatrice dijo...

Es una pena no hacer más amigos en el trabajo, por que con la de horas que se le echa..., y eso que dicen que el roce hace el cariño.
En cuanto a los pilotos no dudo de la camaradería de la que gozan, cierto que es un trabajo en equipo y en el momento de ejecutarlo no deben hacerse los gallitos, mal pá ellos sino, por lo que dices de que tiene su vida en sus manos, ¿Pero cuando toca repartir los días de permiso, libranza, Navidades..., qué pasa con los amigos?¿Se ceden el que todos quieren por amistad?, quizás ahí surjan roces, claro que también entre amigos hay roces alguna vez...

Mara dijo...

Beatrice: los dias de libranza, vacaciones, Navidad, se asginan por estadisticas de otros años y los sortea una maquina. Ellos no pueden influir casi nada en la programacion del mes o de los dias de curro en Navidad. En caso de q no te guste lo q te ha tocado, llamas a un compañero que normalmente te lo cambia... No hay roces hija!!! Por ningun lado!!!

Beatrice dijo...

Ma-legro nenica, de que no haya roce ni para las vacaciones. Es estupendo, una envidia sana la mía. En mi trabajo, entre compis de igual nivel profesional no existe roce en las vacaciones, pero cuando un jefe dice "Yo cojo de 15 a 15" todos nos miramos con cara de pocos amigos y nos repatea, aunque no decimos nada, claro. ¿No se dará cuenta mi jefe que yo también quiero de 15 a 15 o de 1 a 31 de julio?, y es que no podemos coincidir, una pena.

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