jueves, 16 de junio de 2011

TACONADA DE MAYO

Ha pasado el mes de Mayo, y con él, las flores, los tallos y … las B.B.C. (Bodas, Bautizos y Comuniones).

Todos los fines de semana de Mayo, bastantes de los de Junio y alguno de Julio, tenemos algún acontecimiento del tipo BBC, que nos pone a las mujeres en un “brete” para elegir nuestro vestuario.

En primer lugar, para elegir nuestro atuendo es necesario e imprescindible saber que invitadas van a la reunión, porque a estas alturas parece mentira que los hombres no se hayan dado cuenta de que las mujeres no nos vestimos para gustarles a ellos, sino para epatar e impresionar a las otras mujeres del evento.

Una vez conocido este dato, elegimos el vestuario, que consistirá en el traje, el bolso, el tocado (si es boda de por la mañana) y los zapatos… Sólo las precavidas llevarán un fular o chaquetita por si la noche viene fría, es decir por si “refrejca”, y las “superrequetemacroprecavidas” llevarán zapato de repuesto…

Estas últimas son mi gran envidia… Las del zapato de repuesto. Yo nunca, jamás, he llevado zapato de repuesto y ese ha sido el gran error de mi vida y de mis fiestas.

Te has comprado unas sandalias, ideales, con todos tus deditos de pedicura francesa al aire, y con un tacón estupendo de 14 centímetros, que no es tan vertiginoso, porque lleva plataforma delantera de 5 centímetros, y los 9 centímetros de tacón los aguanta cualquiera, además te han costando un “congrio”, con lo cual tienen que ser comodísimos ¡¡por narices!!.

Sales de casa, y ya en el garaje, te vas dando cuenta de que tienes hasta vértigos, y vas pensando “¡Cómo me habré subido a este andamio!”, pero vas subida y te sientes la mejor, porque mides bastantes centímetros más de lo habitual, tu pierna es eterna y de momento … no te tropiezas.

Llegas a la Iglesia, no hay sitio para aparcar. “Déjame aquí en la puerta, mi vida y aparca tú!” le dices a tu acompañante, porque ya ves claramente, que si tienes que caminar tres manzanas con el andamio puesto, no llegas a la celebración.

Pasa la ceremonia, y llegas muy dignamente al aperitivo, que por supuesto se celebra en unos jardines ideales con un césped maravilloso, cortado a la moda “green” de golf, pero que tiene un parking previo de tierra, que te deja los pies marrones-pardos del polvo y miles de piedrecitas enanas entre los deditos de los pies que pinchan como ortigas. Empezamos bien!

Empiezas a avanzar y te das cuenta de que te estás hundiendo en el verdín… Coño! Que bien continuamos… Vamos a ponernos de puntillas un poquito. Y piensas “Vaya, ya se me han olvidado las plantillas para las almohadillas de los dedos de los pies, bien!” Y asi, de puntillas y sonriente, llegas hasta tu grupo de amigas/conocidas, saludas, das dos besos a todo el mundo, y cuando ya te paras en seco, literalmente TE CLAVAS CON LOS TACONES EN EL CESPED!!!! ¡¡¡Qué bien otra vez!!!

De repente te das cuenta de que acabas de minorar tu estatura en 6 centímetros, que es lo que ese jardín ha decidido comerse de tu tacón… Estás literalmente TALADRADA en el césped… Y empiezas una lucha sin cuartel contigo misma, tu pie y tu sandalia. Una escalada sin fin, una ascensión hacía la estatura con la que querías impresionar a todas las invitadas del evento, mientras todas te van preguntando por tu trabajo, tus niños, tu familia… Y tú no estas escuchando, porque en realidad quieres gritar “Pero no ves que no te puedo hablarrrrrrrrrrrr, porque estoy intentado mantener mi dignidad en altoooooooooooo!!!!

Miras los pies de las demás, y salvo una, que está igual de congestionada que tú, las otras dos llevan tacón “corrido” o bailarina plana… Y las odias, las odias, las odias a muerte por haber elegido tan maravillosamente sus zapatos!!! Y miras a tu acompañante que está superanimadísimo hablando con sus amigos y te hace un gesto con la cara de “¿qué tal?”, y tú asientes con la sonrisa más cínica que puedes, porque antes muerta que reconocer en voz alta, que a los 15 minutos de haber empezado el acontecimiento te has dado cuenta de que te has equivocado, una vez más, con tus puñeteros zapatos.

Pasa el camarero, y de lejos anuncia “Palitos de pularda a la mermelada de mostaza dulce”, ofreciéndote una bandeja con una pinta estupenda, pero claro, se ha quedado a una distancia tan lejana de ti, que tú, que por supuesto has tirado la toalla en tu escalada personal por volver a ser una modelo, no llegas a los palitos, porque sigues ABSOLUTAMENTE INCRUSTADA EN EL PUTO CESPED!!!

A la cena… Termina el calvario…¡¡¡Bien, bien, bien!!! De puntillas por el césped, llegas a tu mesa y te das cuentas de que llevas pegado al tacón miles de trocitos de césped despeluchado… Lo limpias como puedes… Por fin … ¡¡¡¡Te sientasssss!!! No te lo crees, no te lo crees, no te lo puedes creer… Estás sentada!!!! Y ese momento maravilloso pasa volando…

Al baile!!!! Alehop!!!! Otra vez arriba!!! Por lo menos aquí no hay césped… y te pones a bailar, que si rumbita, que si sevillana, y empiezas a notar que se te duermen los dedos de los pies y que eres la que más alta de toda la boda, porque se han puesto todas unas maravillosas alpargatas que tu crees que traían de casa, y les da absolutamente igual tu modelazo, porque ellas están comodísimas… Y te empiezan a decir: “No sé como puedes aguantar con los tacones… Yo me los quito siempre a las dos horas!!”, y tú, que antes muerta que reconocer tu error, aseveras: “Siiii … hija pues yo voy como en chanclas!!!”, mientras piensas… “Vete a la mierrrrrrda bonita!”

Y así, pasan las cuatro horas del baile, sabes que si cometes el error de quitarte los zapatos, nunca, jamás te los podrás volver a poner en esa noche, por lo cual no te queda más remedio que sonreir, sostener las lágrimas para que no se precipiten por tus mejillas y esperar a llegar a casa para empotrar las putas sandalias contra la pared…

A las 5 de la mañana, toca retirada… Llevas desde las 6 de la tarde subida a tu andamio, a tu reto personal, a tu dignidad… Casi 11 horas, que se dice pronto… Tienes las plantas y los dedos de los pies literalmente NECROSADOS, y cuando te montas en el coche, tu acompañante te dice: “¿Qué te pasa? ¡¡¡Siempre vuelves como enfadada de los acontecimientos de mis amigos!!!”. Te giras, le miras, tienes taquicardia, te lo quieres merendar con patatas, le odias, en el fondo de tu ser, le odias a muerte y simplemente dices: “Joe… tengo los pies destrozados…”, a lo que te contestan: “Pues hija, con la pasta que te han costado los zapatitos ya podían ser cómodos… y además repartían alpargatas al lado del baño. Había cuatro bandejas enormes con los números 37 al 40, no te lo he comentado porque, como estabas en la pista dándolo todo, no pensé que querrías unas”…

No comments! Fin de la BBC y de tus pies durante, por lo menos, tres días.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿¿Por qué a pesar de que nos pasa exactamente lo que has contado tan bien, caemos una y otra vez en la misma trampa?? Me he reído un montón!!! "siiiii hija....pero si voy como en chanclas!. Brillante!!
Mamen

Anónimo dijo...

ja, ja, ja te lo juro ¡¡por fin!!!!estoy llorando de risa. eres genial, nunca creí que nadie se pudiera meter en mi misma como tú. Te mereces el Oscar de los blogs

Beatriz dijo...

Jajajja..toda mujer creo que ha vivido esa situación!!!...Te sientes la reina del mambo de casa al garaje..efectivamente cuando llegas a la iglesia empiezas a notar que te has equivocado!!!!...
Lo mejor de todo..es que repetiras en el siguiente evento...por eso de que son las únicas sandalias que te pegan con el modeli que llevas!...xq si te compras otra te aseguro que tendrán el mismo tacón..Somo así..

Besooosss amiga!

Anónimo dijo...

Hija mía.. La elegancia es incomoda!!
Tu amigo invisible, si , el de los paquetes de habanos

Anónimo dijo...

Extraordinario!. Todavía me estoy riendo con la incrustación de los taconazos en el cesped y la imposibilidad de alcanzar el canapé...con el hambre que llegas...porque aunque tu acompañante te deje en la puerta del evento, esos pocos pasitos han sido como correr los 100 metros lisos...
Besos. Meri

Conchita Mira dijo...

Eres genial, me encanta leerte. Ayer viví la misma experiencia. Solo que no regalaron alpargatas y cuando llegue a casa me sobraban los dos dedos meñiques, que por cierto, estaba segura de que se caerían al quitarme los zapatos. Pero yo mantuve mi dignidad y no se me cayó ni una lágrima. Como ya me ha pasado muchas veces, mi marido comenta: ¿Es que no hay zapatos de Sra. mas cómodos? Y yo contesto: pues claro, pero no sirven para presumir. Y la próxima vez, igual.. Un beso. Conchita .

Anónimo dijo...

Jajajajajajaja, querida Pdp, cada día te superas mas y mas...
bss

Beatrice dijo...

Bueno, por fin lo leí. Bueno, buenísimo. A esto me refería en el mail. A mi me pasa pero sólo con la mitad del tacón. Pardilla donde las haya.
Es asqueroso el hundimiento en el verdín, es horrible la inflamación de pies después del baile, en realidad es desagradable porque llega un momento en que no notas más que un cosquilleo en el tobillo que indica que va a estallar en cualquier momento.
Me encantan los tacones pero no los aguanto, tenemos una relación amor-odio difícil.
Pero nunca en mi vida, y creo que seguirá así, he llevado un segundo par de zapatos a una fiesta. Tengo una amiga que lleva unas bailarinas super blanditas enrolladas en su carterita de mano. Es alucinante. Y además siempre las usa.

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