Ha cumplido siete años hace quince días… ¡¡¡¡Hala
que mayorrrrrrrrr!!! (Nunca sé si ese “Hala” es con “h” o sin “h”)
Va adquiriendo tablas en la vida, se le va
formando el carácter, la identidad y está ubicando las prioridades de forma
correcta.
Este año le estoy notando un cambio brutal,
ha madurado, tanto en razonamientos como en las responsabilidades que va
adquiriendo, y me encanta porque estas responsabilidad, que como comprenderás
en un niño de siete años se ciñen a un sencillo “péinate”,
“lávate bien los dientes”, “reza”, “átate los zapatos”, “termínate la leche” o “haz los deberes”, las realiza con alegría,
no demasiada prontitud, pero desde luego dista mucho, muchísimo de la pereza,
vaguería o pasotismo que reinaba el año pasado en su existencia y que me tenían
bastante preocupada, por un lado, y desesperada, por otro.
Empieza a razonar de una forma aplastante,
buscando una explicación terrenal y “creíble” a las cosas “increíbles” que los
padres les contamos a los niños para darles emoción a sus acontecidos y para
que dejen volar su imaginación.
Véase un ejemplo claro en EL RATONCITO PEREZ.
Cuando era más pequeño, estaba convencido de
que el RATONCITO PEREZ tenía superpoderes y podía traer lo que fuera (fuera del
tamaño que fuera) cuando se caía un diente. Al ir creciendo, se dio cuenta de que
el RATON carecía de tales superpoderes y que por eso, normalmente, le traía a
su hermana (que no a él, porque a sus siete años sólo ha perdido una pieza y ha
sido este verano) una moneda de 2 € si la pérdida era dental o un billete de 5
€ si la pérdida era molar. Justificaba perfectamente la diferencia entre más o
menos premio según el dolor que sentía la hermana cuando se le caía un piño (o
la cuentitis que le echaba al tema), los gritos desesperados de la ESTRELLA
cuando notaba la sangrecilla brotar un poquito de su boca o el tamaño del bien
extraído.
El otro día, cuando íbamos en el coche, sin
venir a cuento y sin anestesia, hizo en voz alta la siguiente reflexión:
“Mamá, ya me sé lo del RATONCITO PEREZ. No
existe un RATONCITO PÉREZ… Ya sé lo que pasa…”.
Uffffffffffffff!!! Me dolió taaaaaaaaanto. La
aseveración me fastidió porque me di cuenta de que empezaba a perder su
inocencia infantil e infinita, pero, por otro lado, en algún momento tenía que
pasar.
“Creo que no existe un RATON
PEREZ. Creo que hay muchísimos… Si en mi clase, y somos veinte, hay tres niños
que se apellidan PEREZ, pues imagínate ratones!!! Debe haber miles de millones
de RATONCITOS PEREZ. Además, si a ti ya te traía cosas, hace más de 100 años,
pues será muy viejecito y no podrá ir por las noches, solito, corriendo de cama
en cama, de mesilla en mesilla, se cansaría muchísimo y con lo viejo que es…
Tiene que necesitar ayuda seguro. El RATONCITO PEREZ es mentira mamá… Son
muchos RATONCITOS PEREZ cumpliendo la misma misión y con el mismo nombre”.
Bocas… Me quedé bocas…
Esta aseveración tiene dos conclusiones:
1.- La explicación que ha dado es una
maravillosa reflexión, que busca sentido a un hecho absolutamente absurdo,
increíble e imposible, visto desde la perspectiva de un niño que tiene
inquietudes por encontrar explicaciones lógicas a las cosas ilógicas, sin
perder la ilusión y la inocencia que le da su edad. (Si este párrafo lo lee mi
niño, se marea seguro!)
2.- Para mi hijo soy una vieja pelleja
revieja… ¡¡¡100 años colega!!! Debe creer que nací en el pleistoceno, que mi
padre era un troglodita que iba con taparrabos y se liaba a mamporrazos con
nosotros mientras de los pelos nos arrastraba a la cueva de Altamira
correspondiente. Me deprimo macho!!!
Hasta aquí queda demostrado que hemos
empezado a razonar y que tenemos inquietudes por resolver las dudas
existenciales que se nos plantean…
En el próximo post os contaré como sale (por la puerta grande) de las cuestiones que no sabe resolver aunque las haya pensado y meditado.
(La teoría de qué hace el ratón con los
dientes, su transporte, la conversión a perla, la venta a joyeros de las perlas,
el daño emergente y el lucro cesante que sacan con ello, el reparto de
beneficios y dineros entre niños y resto de Ratoncitos Pérez, la contaré otro
día, pero se las trae con abalorios…)
9 comentarios:
Jajjaajaj... genial! Me encanta su razonamiento... pero vete preparando para que en el cole alguien se vaya de la lengua y le cuente eso, lo de los Reyes Magos, etc.
Besos reina!
Muy bueno! Si es que, lo que dice Planeta es de sentido común!!
Qué majo! bueno, lo de los 100 años supongo que habrá sido por decir una cifra, al tun-tun...jijiji!!
El ratoncito Pérez existe verdad?
No me asustes eh...
No me asustes por favor...
Besos.
Es muy bonita esta edad en los niños.
Ya nos irás contando más cosas de sus hayazgos,inquietudes,conclusiones,logros...
Repito,a esta edad los niños son asombrosos...
Buen post.
Hala !!
1. interj. U. para infundir aliento o meter prisa.
Mi hijo dice que porque no nos hacemos mendigos, para no tener que ir al cole.¿No es genial?
Besazos desde chaya
Anónimo de Chaya... Como te he echado de menos!!! Gracias por la aclaración. Tu niño es genial, como el padre. Te quiero. Un beso gigante.
Los míos son algo más pequeños, así que el ratoncito Pérez todavía es un misterio. El pensamiento de tu hijo es de gran nivel. Veo un futuro ingeniero... ;-)
Niño Desgraciaito, no te imaginas como suma de coco y las cosas que hace con los legos!!!! Si... Es de ciencias... Los de letras somos mucho mas románticos... Yo creo que el Ratón es inmortal como los Reyes Magos... Un beso
Jajaja, desde luego menudos razonamientos. Al mío el año pasado, una mujer ya adulta tuvo la genial idea de decirle que el Ratoncito Pérez no existe. Cuando le pregunté por el asunto me dijo muy convencido que, "claro Mamá, si es que lo de los Reyes Magos, vale, porque son personas; pero un ratón mago...". Olé ahí la salida, jejeje.
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