Si de pequeño no has tenido
un osito al que abrazarte con fuerza, no has tenido infancia.
Todos, cuando éramos
pequeños, teníamos nuestra mascota u osito preferido, que nos daba paz, seguridad,
nos tranquilizaba, nos relajaba, nos hacía sentir en casa a gusto y en
confianza.
Yo tuve el mío. Sólo mío.
Grandote. Peludo. Blandito. Oscurito. Mi osito…
Cuando yo llegué a esta
vida, él ya estaba ahí.
Hablaba con él. Me acurrucaba
a su lado. Me sentía protegida cuando estaba cerquita. Me acompañaba en mis
silencios, que aunque son escasos, también los tengo.
Mi osito me duró hasta que
fui bastante mayor, tan mayor que sólo le abandoné cuando salí de casa de mi
madre para casarme. Y me dio mucha pena dejarle atrás, me daba la sensación de
que le estaba traicionando, de que le dejaba tirado en aquella casa tan grande,
que un tiempo atrás había estado llena de vida y, sobretodo, de personas que la
vivían con muchísima alegría y que, al marcharme yo, la pequeña de la casa, la
dejaba triste, con mi osito callado, mirándome, observándome, alegrándose de
que empezase una nueva vida, pero con ojos de nostalgia al saber que nuestros
momentos juntos de intimidad y compañía habían llegado a su fin, se habían acabado…
Llegarían otros momentos, que no tendrían por qué ser peores, pero si
distintos, y aquellos que habíamos vivido, ya no se iban a repetir…
Mi osito me escuchaba
atentamente, aunque pareciera que no. No hablaba mucho, pero lo poco que decía
era definitivo y rotundo. Mi osito nunca criticaba a los demás y era
absolutamente indulgente y benévolo con las faltas que los demás cometían “contra”
mi. Siempre encontraba justificación para sus actos y he de reconocer que eso
me daba bastante rabia, porque siempre tenía razón… Distinto era cuando la
falta era contra él… Mi osito siempre fue un pelín rencoroso y cuando se
enfadaba contigo, su castigo era la más absoluta indiferencia hacia tu persona…
Para mi, lo peor que me pueden hacer… Qué me ignoren!!! ¿¿¿¿¿¿¿A mi?????? Con
lo protagonista que soy yo!!! Con lo cual me veía obligada a darle mimitos y
besitos, contarle chistes y acontecidos, tragarme sus programas preferidos de
la tele sin rechistar, ofrecerme a traerle cervecitas y patatas fritas con
aceitunas, hasta que se le pasase el enfado conmigo y volviese a articular
algún monosílabo dirigido de refilón a mi persona y, poco a poco, alguna
palabra suelta y sin sonreír…
Mi osito era dormilón, mucho
más que yo. Yo, habitualmente, me he levantado siempre temprano. A él se le han
pegado las sábanas mucho más que a mi. Nunca se levantaba de un manifiesto mal
humor, pero si es verdad que había que respetar, en silencio, su ratito
mañanero mientras se tomaba su café. Cuando ya se había “despertado” definitivamente
se le podía hablar con normalidad… Normalmente se despertaba, se sentaba a mi
lado, apoyaba su cabeza en mi hombro y decía: “Buenos
días, me tragado un bote de Mimosín…”
Era cariñoso y mimosete. Era
un auténtico osito!!!
Se partía de risa con el “Chapulín
Colorao”, con Faemino y Cansado, y era un auténtico fan de U2, Joaquín Sabina
(durante un tiempo) y Les Luthiers… Con Les Luthiers se moría de risa y nos los
“descubrió” a todos en casa de mis padres…
Mi osito me acompañó al
altar. Sustituyó a mi padre en uno de los momentos más importantes y
emocionantes de mi vida… Cuando nos bajamos del coche, entramos por la puerta
de la Iglesia y vimos el pasillo que me llevaba al altar, me giré y le dije: “Te quiero mi osito” y me dijo “Estás guapísima”… Después bromeó diciendo
que era lo más cerca que había estado en su vida de un altar y que
probablemente nunca más volvería a estar tan cerca, de hecho confesó que le
había salido un sarpullido por todo el cuerpo de la corta distancia que le
separaba en ese momento del matrimonio…
Mi osito, años después, se
comió, con patatas, sus palabras y pasó por el aro, como era de esperar,
casándose por la Iglesia, por lo civil y por lo criminal “contra” una tía
estupenda…
Sé que para él, yo he sido
especial… Ha sentido la necesidad de protegerme, alejarme de mis posibles “enemigos”,
servirme de escudo contra chicos que tenían aviesas intenciones y me ha mimado
una barbaridad.
Él, para mi, ha sido único.
Hoy, mi osito, cumple 50
castañas…
Parece mentira… Si sigue
siendo un osito mimosote, cariñoso, discreto, apuchuchable… ¡¡¡Cómo puede haber
cumplido 50 palos si sigue siendo un niño … mi niño!!!
¡¡¡Felicidades Osito de mi
vida!!! A ver si sacas un hueco esta noche y me invitas a esa “rubia” que
tenemos pendiente.
Ya sabes que te quiero…
PD.- Por supuesto, también
tuve otro osito de peluche, azul, grande, con unas orejas inmensas que te
hacían dudar de si era osito o elefante, pero claro! No tenía trompa, con lo
cual era osito o … koala… Se llamaba Teófilo, y que nadie me pregunte por qué le
bauticé así, con ese nombre tan raruno … ¡¡¡Se me ha olvidao totalmente!!!
5 comentarios:
No he tenido la suerte de tratar mucho a tu "osito", pero siempre me has trasmitido muy buenas sensaciones de él...MUCHAS FELICIDADES! y no esperaba lo de 50 ni de coña, es usted ya todo un Señor Oso.
PD. El mío se llamaba Chicho, y era con diferencia, el rey de mi habitación.
Yo no tenía osito yo tenía una tarántula.
se ve que añoras tus momentos junto a tu oso, él te daba algunas emociones de las que echas en falta hoy.
Yo nunca tuve un osito, ni una osita..ni siquiera una tarántula, es por ello que me arrimo a cualquier arpía impía, que me brinde sus circunstancias.
¡Qué ternura!
Hay hombres que son geniales en su papel de Oso Peluche.
Felicidades al mayor menor y felicidades a ti por ese peluche del que disfrutas.
¡Ánimo con las vacaciones! te las mereces.
Mañana 16 échame un rezo, ya te contará la mayor menor, es importante.
Que bueno...Dicen que cada uno tiene lo que se merece.
Yo a cambio de un osito,una tarántula...Tuve un chupete al que hacía llamar "la nena".
No lo recuerdo pero a menudo me lo contaban mis padres.Cuando me disponía a acostarme preguntaba:¿Donde está la nena?y hasta que no aparecía la nena el 16 no se dormía.
Debía tenerle mucho cariño por que me cuentan que dejé de utilizarle hasta poco antes de irme al servicio militar.
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