PEQUEÑA

A veces me siento PEQUEÑA, muy PEQUEÑA… Minúscula… Enana…

No me siento PEQUEÑA por mi edad… 38 palos (casi 39) no es para sentirse PEQUEÑA… Dependiendo de la edad del que evalúa la mía, seré más o menos PEQUEÑA. Para mi madre soy PEQUEÑA, para mis hijos soy una viejuna… Por mi edad, no me siento PEQUEÑA. Me siento bien y me encuentro bien…

No me siento PEQUEÑA ante los problemas. Los problemas me hacen grande y fuerte… Creo que soy bastante práctica ante ellos, aunque puedo parecer inconsciente, pero no lo soy. Los analizo y busco soluciones meditadas. En un primer momento puedo soltar miles de chorradas por la boca, buscando la solución al problema, pero “del dicho al hecho hay un trecho” y yo no actúo de manera aleatoria y por impulsos… Los problemas me preocupan, pero no me hacen sentir PEQUEÑA.

No me veo PEQUEÑA por mi estatura. Mido 1,69. Nunca, nunca, jamás de los jamases he conseguido “pitar” 1,70… Siempre me estiré y requete-estiré todo lo que pude, y nunca jamás conseguí que la máquina de la farmacia imprimiera un 1,70. Tampoco me importa mucho… De vez en cuando me subo a unos taconazos y asciendo bastantes centímetros, pero cuando me bajo, vuelvo a ser yo… la que mide 1,69… Y como soy bastante contraria a los “en punto”, “menos cuarto”, “y cuarto” e “y media”, no me importa medir 1,69… y no me importaría medir 1,71… Pero medir exactamente 1,70 no me gustaría, porque todo el mundo pensaría que es mentira y que lo digo para redondear al alza mi 1,69… con lo cual, lo manifiesto tal y como es… Yo no mido 1,70… Mido 1,69!!!

(Es verdad que hace mucho que no me mido y que cuando me casé tenía un 38 de pie y ahora, a veces, calzo un 40… No sé si habré crecido de larga en la misma proporción que de pie… No me importa)

No me siento PEQUEÑA ante los ataques de los demás. En un primer momento, si el ataque viene de una persona a la que quiero o considero mi amigo, tras echar espumarajos por la boca, lloro, con rabia, mocos, pucheros… Luego analizo porqué esa persona ha actuado así contra mi e intento buscar el motivo porque el que me ha atacado. Si ha sido por mi culpa, porque alguna de mis actuaciones ha sido directamente contra él, pido perdón. Pero si a él, directamente, yo no le he hecho nada, me decepciono. Y una vez que me he sentido totalmente decepcionada, le borro. Muerto. Le perdono si. No le deseo ningún mal, pero le borro. Ya no existe y si me cruzo con él por la calle, no le veo. Transparente. Se convierte en un ser transparente para mi.

Eso si, con el tiempo, logro saludarle y preguntarle, con sinceridad, que tal le va… Le perdono pero le borro de mi vida. No le quiero cerca.

No me creo especialmente PEQUEÑA por ser la PEQUEÑA de cinco hermanos… En esto soy una privilegiada… Me han adorado los cuatro de arriba y si no lo han hecho, han disimulado fenomenal!!! Me han tratado maravillosamente, pero han sabido exigirme como si fuera mayor de lo que soy y guiarme como ellos han creido que era más beneficioso para mi… También me han mimado y consentido muchas cosas, pero… todo esto lo han hecho igual entre ellos, por tanto, no me siento especial por ello…

No me siento PEQUEÑA ante la gente de mucha pasta. Veo que son, en cierta medida, afortunados, porque determinados problemas (y digo “determinados”) los pueden solucionar con su dinero… No todos… La felicidad no se compra, no tiene un precio que puedas pagar… Otras cosas si, y poder solucionarlas con la pasta, te ayudan a ser feliz y tener menos problemas aparentemente… Aunque tener mucha pasta, también acarrea muchos problemas. No… La gente de pasta no me hace sentir PEQUEÑA. Comen, duermen, cagan, tosen, lloran igual que yo… por otros motivos, pero al hacerlo, lo hacen igual. Son iguales que yo pero con más pasta. No soy PEQUEÑA ante ellos.

Me hacen sentir PEQUEÑA las personas grandes… Pero no de tamaño… No…

Los grandes de espíritu… Los grandes de personalidad… Los grandes de corazón…

Los que me miman, me cuidan, me aconsejan, me dejan acurrucarme, me comprenden sin comprenderme, me dan cobijo, me ayudan, me escuchan, me abrazan, me dan caña, me miran con un cariño inmenso, me frenan, me acarician, me lloran, me aceptan, me protegen, me besan, me regañan, me consuelan, me respetan, me dan ejemplo, me dan su amor, me rien…

En definitiva, me quieren…   

Y sólo al lado de ellos, me siento PEQUEÑA, muy PEQUEÑA… Minúscula… Enana…

Y al cabo del día tengo la gran suerte de sentirme PEQUEÑA muchas veces, porque vivo rodeada de gente maravillosa.