CONFUNDIENDO AL PERSONAL

Llegué hasta David Jiménez trasteando por la red.

Es un periodista y escritor que ha cubierto guerras y guerrillas por todas partes … Creo, pero no lo puedo asegurar a ciencia cierta, que hoy es corresponsal del periódico “El Mundo” en Asia, y tiene publicados, que yo conozca, un par de libros.

David Jiménez tiene su propio blog…

Este:

http://davidjimenezblog.com/

También le sigo en twitter… Hace grandes reflexiones, en algunas estoy de acuerdo y en otras no, pero no por ello dejan de ser grandes…

Le descubrí en Septiembre de 2012. Ese mismo día comenté uno de sus posts… No lo he vuelto a hacer. Fue un post absolutamente bestial. Un post que me hizo reflexionar y que me hizo darme cuenta de que estamos en un país de mediocres… Un país en el que habían triunfado los mediocres… Un país habitado por mediocres. Un país del que yo soy habitante… Me llamó mediocre a la cara y acepté el calificativo con un asentimiento de cabeza…

Este es el post. No dejéis de leerlo… No tiene desperdicio…

http://davidjimenezblog.com/2012/02/28/el-triunfo-de-los-mediocres/

Me dejó tan impresionada que quise escribirle algo… Y mi comentario fue tan absurdo como escueto y mediocre: “Espectacular… Absolutamente espectacular!!!”

Yo, la mujer con más diarrea verbal y escrito del mundo, no supe que decirle a un corresponsal de El Mundo… Ahí demostré que su post tenía toda la razón… Que soy una mediocre… Luego cuando leí algunos de los comentarios que había (hoy por hoy hay 750 aproximadamente), me dio una vergüenza horrible haber comentado con mi nombre (aunque fuera “el de guerra”) y estuve a punto de mandarlo a la basura… Pero también pensé que David se daría cuenta de que no todos tenemos la misma facilidad para expresarnos y no lo eliminé…

Un mes después de encontrarle, me enviaron un mail, que decía en su asunto: “El triunfo de los mediocres” y que tenía el contenido del post íntegro…

La única diferencia con el post de David Jiménez era que, según el mail que me habían mandado, esa reflexión estaba hecha por un catedrático de Deusto… No sé por qué me indigné, pero lo hice. Contesté a mi remitente diciéndole: “Esta reflexión es espectacular, pero más espectacular sería que se difundiera a su autor real…” Y le puse el enlace al post de David Jiménez…

Cuatro, ni más ni menos, han sido las ocasiones en que “El triunfo de los Mediocres” ha llegado hasta mi correo con distintos autores… Forges, Saramago, Profesores de Universidad con “renombre”… Y a todos ellos he contestado lo mismo…

“Esta reflexión es espectacular, pero más espectacular sería que se difundiera a su autor real…” Y otra vez, el enlace al post de David Jiménez…

¿Por qué me sienta tan mal que no se atribuya una obra a su autor? ¿Será culpa del blog y de mi espíritu (dormido) de escritora?

Probablemente mi blog tiene la culpa.

Los blogueros no escribimos, normalmente, por dinero. Escribimos porque nos gusta manifestarnos mediante las letras y no mediante la palabra (que también…). Los blogs de reflexiones, pensamientos y vivencias personales no suelen tener publicidad, ni pretenden sacar beneficio económico con sus escritos… Simplemente son una forma de abstraerse y manifestarse en un mundo de anónimos y desconocidos… Es una forma de saciar la necesidad de ser escuchados, pero no solemos querer beneficios económicos con ello…

De hecho, pocos blogueros escriben bajo su nombre real, y mucho menos cuelgan una foto propia de su cara (si, las piernas son mías y cada día me arrepiento más de haberlas puesto… pero ya forman parte de Mara y de “Éramos, somos y seremos”, por tanto no creo que ahora sea buena idea cambiar la foto del perfil…)

Entiendo que un blog de cocina o de venta de ropa de bebés tenga publicidad en sus laterales y que contenga claramente la persona que escribe las recetas o con la que hay que contactar para adquirir los artículos que vende. También diré que en ocasiones las publicidades en los blogs son tan escandalosas, luminosas y llamativas, que impiden que la mirada se centre donde se tiene que fijar…

Pocos blogs personales tienen publicidad.

Esta falta de ánimo de lucro no significa que no nos importen nuestros escritos, y que aunque sean colgados gratuitamente en un post, no queramos nuestro pequeño reconocimiento cuando alguien nos lo va a “coger” prestado… A mi no me importa que me “enlacen” o “cuelguen” en otros blogs o páginas web, pero si me repatea el páncreas que no citen la autoría, o que incluso alguien se “apropie” de mi reflexión… Eso me sienta fatal…

Ya he tenido que protestar a varios administradores de páginas web para que se me reconociera como autora de un post… Y aún así, me pusieron pegas…

Hoy me ha vuelto a llegar “El triunfo de los mediocres”, pero esta vez como anónimo… Yo he sacado a David Jiménez de su anonimato una vez más y esto me ha hecho reflexionar sobre si mi lucha tiene sentido o no… Si de cada 20 mails copiados, uno es corregido y 19 siguen circulando incorrectamente… ¡¡¡Para qué me esfuerzo!!!

Y ahora os voy a hacer/dejar dos reflexiones:

1.- Del propio autor del post, que, en uno de sus comentarios en contestación a una lectora que le preguntaba si él era el autor real del escrito, dijo así: “Empiezo a dudar si El Triunfo de los Mediocres lo escribí yo, teniendo en cuenta que ha sido fusilado, copiado y reproducido en decenas de blogs y páginas web sin citarme. Todo esto no hace sino corroborar lo que se dice en el texto. Si tuviera tiempo o ganas hasta protestaría, pero no puedo dedicar mi tiempo a perseguir a los vampiros de la red ni a luchar contra fuerzas que son muy superiores en número. Algunos lectores amables han protestado por mí y han conseguido que se retiren algunos textos. Otros se mantienen, copiados con puntos y comas, pero firmados por autores que no lo son. Son los tiempos (y el país) en los que vivimos…”

2.- Y otra que leí tontamente el otro día y que me hizo sonreír y darme cuenta de la realidad en que vivo: ““Todo lo que en Internet aparece entrecomillado, es prueba suficiente para demostrar y defender que lo ha dicho literalmente su autor” Aristóteles”

Ahí queda eso… A reflexionar sobre si debemos creer, a “piesjuntillas” la autoría de lo que leemos o si no debemos… Y sobre todo, hay que pensar en lo que la red nos puede llegar a confundir...