HALLOWEEN

He hablado sobre este post con una persona a la que quiero mucho, muchísimo y en la que confío plenamente.

Sé que esa persona también me quiere y me ha dicho “a ver que vas a decir de Halloween, porque el tema de la desmitificación de los muertos y su tratamiento en tono de burla, es algo que ya han tratado en muchos escritos… ¿Sabes lo que significa Halloween? Pues el “día de las almas” en gaélico y la fiesta es para quitarle dramatismo al tema”…

Yo, levanté las cejas, miré flipada y pensé… O esta persona no me conoce de nada (que no es cierto) o se ha tomado demasiadas cañas… ¿yooooo? ¿hacer un estudio sobre Halloween y su significado? Ni muerta… Nunca mejor dicho…

Quiero hacer una reflexión sobre la fiesta de Halloween en nuestras vidas…

Vamos a ver… El día de Todos los Santos, 1 de noviembre, y de los difuntos, 2 de noviembre, en España, toda la vida se ha “celebrado” yendo a verles… A ellos… A nuestros difuntos… A esas personas de las que, normalmente, descendemos y a las que, por norma general, debemos nuestra existencia… 

De pequeña yo acompañaba a mi madre a varios cementerios y ponía flores y rezaba en tumbas de personas que no había conocido, como abuelos o tíos. Creo que esto me hizo fuerte y consciente de que la muerte nos rondaba y de donde acabarían mis restos mortales terrenales. Estas visitas me han ayudado a desdramatizar ante la muerte y a perder el “miedo” que da ir a los cementerios… De hecho, irme a sentar a la tumba de mi padre y llorar desconsoladamente, es una de las cosas que más paz y sosiego me han dado en muchos momentos difíciles de mi vida.

Hace dos años, mi madre me encontró sentada en la lápida de mi padre, un día 1 de noviembre, llorando su ausencia, de la que ya han pasado dieciocho años, y sufriendo por ese sentimiento de vacío que ha quedado en mi corazón para siempre.

Nunca me disfracé en Halloween. Nunca fui a una fiesta de zoombies, fantasmas, familia Adams, niñas en camisón con aspecto de recién asesinadas, brujas con pelos de colores y narices con verrugas, ni hombres con túnicas o sotanas y máscaras que dan pesadillas solo de pensar en ellas.

Nunca. Jamás he celebrado  El día de las Almas, es decir, Halloween, así…

Ahora todo ha evolucionado o cambiado. O eso parece, si a esto que hemos pasado ayer por la noche, se le puede llamar evolucionar. Ahora está de moda comprar chuches y calabazas, llamar a las puertas de los vecinos y pedirles caramelos, y si no te abren, tirarles huevos en el felpudo… Divertidísimo.

Ya ves tú, una calabaza … ahora resulta que la calabaza tiene un significado tenebroso… Yo, en mi vida, solo he tenido tres contactos con las calabazas… Uno repugnante, en forma de crema anaranjada que no me ha gustado nada,  otro doloroso, cuando un tío pasaba de mi body y me las daba bien dadas, y otro alegre, con nombre propio “Ruperta”, que cuando le tocaba a los concursantes del “1, 2, 3…” de Mayra Gomez-Kemp iba acompañada, normalmente, de un apartamento en Torrevieja – Alicante!!!!

Ahora resulta que vuelve la calabaza con fuerza y vigor… Y yo he tenido que comprarles a la ESTRELLA y al PLANETA dos cubos-calabazas para que cuando bajen a las casas de los vecinos de la urbanización, metan todo tipo de porquerías que les van dando las otras madres… Yo por supuesto también he ido a comprar “mierdas múltiples”, para que mis niños no se averguencen de que en su casa, su madre, no se ha preocupado suficientemente de la “fiesta” que se celebra… He comprado unas cajas de 50 palotes, 50 piruletas, 50 regalices rojos y 50 fresas de chuche… ¿Es absurdo o no es absurdo gastarse el dinero en esto? A mi, de verdad, me da hasta cargo de conciencia… Lo encuentro absolutamente absurdo.

Me niego a gastar tiempo y dinero en los disfraces, por ello, la ESTRELLA tiene un disfraz de bruja de cuando tenía dos años, que ha pasado a ser una camiseta que adorno con un vaquero negro y unas botas… Le hago dos rayajos en los ojos, y le meto una peluca (mía) tricolor en amarilla, naranja y roja (que me compré para una fiesta de pelucas), le planto una escoba y … lista para pedir chuches por las casas…

El PLANETA, pobrecillo, sale en Halloween que sería mejor que se quedara en casa… Los dos primeros años salió de Buzz Light Year, hace dos años salió de Spiderman, y el año pasado de gladiador romano, con casco, escudo y espada, pero por supuesto, lleva unos maravillosos dientes pintados con sangre en las puntas. Eso si, a él, le da absolutamente igual, con tal de que le llenen su calabaza de chuches y yo me ahorro un pastizal reciclando los disfraces.

Acepto maravillosamente que otras civilizaciones, países y culturas nos invadan, y estoy de brazos abiertos para recibirlas, aunque no las entienda o comparta, pero lo que no acepto, bajo ningún concepto, es tener que renunciar a mis costumbres o a los significados que tienen algunas cosas que me han inculcado desde pequeña, para cambiarlas, por otras, que me dejan totalmente fría y sin sentimiento.

(Quiero aclarar que estoy de brazos abiertos para recibirlas, siempre y cuando no atenten contra la dignidad de la persona, ni contra mi religión, por supuesto)

Realmente me importa un pimiento Halloween, es una “fiesta” a la que he llegado tarde, que no termino de comprender muy bien y que no me genera ninguna alegría, salvo por las caritas de ilusión de mis ratones cuando salen por la puerta de casa a hacer la recolección de porquerías.

Y, aunque no por ello voy a convertir en mis niños en dos extraños, ni les voy a hacer distintos al resto de los niños de su entorno, quiero dejarles claro el verdadero significado de este día, y el tributo y respeto que deben tener a aquellos que existieron antes que nosotros, y gracias a los cuales estamos en esta vida. Porque deben ser conscientes de que si algo compartimos al cien por cien todos los seres humanos es que, al final, todos, absolutamente todos, morimos, y eso es lo que hay que desdramatizar y tratar con naturalidad, la muerte propia y la del prójimo, por mucho que esta última nos pueda doler y destrozar.