Mucha gente no viaja. Y hablo de gente que tiene pasta y posibilidades de hacerlo. Cuando no tienes pasta, ni posibilidades de hacerlo, no te lo planteas y punto…
Pero con pasta, hay gente que no viaja…
No le gusta.
No se siente seguro.
No le atrae.
No le aporta.
No le distrae.
No le llama la atención lo que hay fuera de su ciudad o país.
No le gusta salir de su casa y de sus costumbres.
NO LO ENTIENDO.
Para mi viajar es lo más de lo más…
Me encanta conocer mundo (o repetir mundo si toca repetir).
Me gusta probar todas las comidas, no le hago ascos a nada, como con cuchillo y tenedor, con palillos, con las manos o directamente meto la cabeza en el brebaje si así lo manda la tradición del lugar en el que me hallo.
Me gusta patearme las ciudades, callejear por sitios recomendados y sin recomendar, entrar en iglesias de las que no salen en las guías, y mientras paseo me gusta ver que se “cuece” en las casas. Sin husmear, ni cotillear, pero me gusta mirar las cortinas de las casas, los techos, las lámparas, las paredes…
Me encanta hablar con la gente, sea de donde sea… Y que me cuente su historia, y preguntarle lo que me dé la gana, a bocajarro, sin vergüenza, porque, ¡total! no le voy a volver a ver en mi vida, que más me da lo que piense de mi… Ojo! No pregunto sobre temas “encrespantes”, pero sí sobre su vida, sobre como llegó hasta allí, si no es del país, sobre como se gana la vida y al final son los que te dicen el mejor sitio para ir a comer, o desde donde se ve la mejor puesta de sol…
Miro a mi alrededor en el aeropuerto y veo familias, veo personas solas, parejas, veo gente disfrazada, veo caras de ilusión, de tristeza, de susto, y pienso que nunca más les volveré a ver, que sólo en ese momento de mi vida les voy a tener delante, y que, seguramente, nunca jamás me volveré a cruzar con ellos… O si? Pero no caeré en la persona o el momento en que la ví, o sí?
A veces pienso que me encantaría tener una máquina en el que metieras a una persona que acabas de conocer y te enseñase los puntos de tu vida en los que te has cruzado con ella. En una calle. En un semáforo. En un banco. En el metro. En una fiesta. En la cola de un cine… Pero que no habías caído en su presencia, porque no le conocías.
Porque hablas con gente con la que has llevado una vida muy paralela, habéis conocido a las mismas personas, tenéis amigos comunes, habéis ido a las mismas fiestas, o habéis estudiado en la misma universidad y no recuerdas haberla visto nunca…
Ver el mundo me hace sentir nada. Me hace sentir nadie. Y en esta vida, en la que nos sentimos tan “aparentemente” importantes para todo es estupendo un bañito de humildad y de indiferencia mundial.
Veo la inmensidad del mundo, las miles de personas que lo pueblan, las ciudades siguiendo con su vida cotidiana con independencia de mi, de mi vida, sin que yo pueda influir o cambiarla … y me siento pequeñita, chiquitita, nadie, nada…
Y esa sensación, me gusta, me gusta muchísimo… Me siento ciudadana del mundo, de un mundo enorme y precioso, de un mundo maravilloso, de un mundo lleno de secretos por descubrir en forma de edificios, personas, animales, flores, de un mundo que me enseña a ser persona con el ejemplo de las distintas personas que lo pueblan…
Y luego vuelves a tu vida, a tu mundo, ese mundo tan importante y para el que te crees que eres tan aparentemente imprescindible, y en tu ausencia, nada ha cambiado, porque “todo fluye, nada permanece” y sin ti, todo sigue igual, exactamente igual que lo dejaste, pero ha avanzado lógicamente, o no, pero en tu ausencia se han solucionado los problemas, y han pasado cosas estupendas, buenas, regulares, malas, horribles… pero da igual que te hayas ido, porque la esencia de tu vida cotidiana no cambia…
Y piensas en lo que has dejado atrás, en esa ciudad que te amedrentó por su inmensidad y sus ruidos, en esa playa paradisiaca en la que estuviste un buen rato mirando al infinito, en ese chico que compró chicles delante de ti y se le olvidó recoger el cambio, en esa madre que no sabía como hacer callar a su hijo en aquella terraza en la que tú te estabas tomando una caña, en aquel mendigo loco que te soltó una parrafada desde el suelo y tú casi te echas a correr del susto… y piensas que todos ellos siguen allí, en su realidad cotidiana, y tú has vuelto a la tuya, con total normalidad, sin que hayas alterado nada… porque no eres nada…
No sé si me estoy explicando.
No sé si me estoy liando.
Creo que estoy metiendo un trozo que te cagas hoy…
Pero en este viaje he llegado a una conclusión… Bueno, ya había llegado a ella, pero hoy la plasmo por escrito…
Ver el mundo me aporta…
Viajar aporta…
Aporta mucho, muchísimo, porque dejo de sentirme protagonista e “importante” y eso… eso es importantísimo…
8 comentarios:
Está bien viajar aunque hay que reconocer que debía ser mucho más bonito e interesante hace cien años que ahora.
Entre la globalización y que todo sale por la tele se ha perdido bastante la magia.
Imagino como debía ser hace cien años cuando alguien iba a Londres, Paris, Roma.... y luego volvía y lo explicaba.
Las ciudades no eran tan parecidas como lo son ahora y los que escuchaban hablar sobre el viaje, las ciudades, etc. no las habían visto jamás por televisión.
Besos.
Todo lo que hacemos en la vida aporta,pero más que el viaje en si,pienso que lo que realmente aporta es el descubrir cosas nuevas o el salir de la monotonia de vez en cuando.En la ultima parte del blog estoy completamente de acuerdo contigo,cuando estás en el sitio que no es el habitual ganas una autonomía y un anonimato el cual por lo menos para mi es muy gratificante.
Saludos y nos vemos.
¿Nos vemos? Vaya mierda de despedida.
Es broma otra vez.
Estoy deacuerdo contigo, viajar aporta, y aporta cosas positivas, en primer lugar, alegria!! muchissssima alegria, saber que voy a viajar, ilusiòn!!! conocer otro lugar diferente, hacer maletas!! que guay!conocer gente diferente, lugares preciosos,aventuras,disfrutar, relajarme,desconectar.....Recuerdo cuando me subi a un camello en Turquia, me encantò Bali!! tan diferente.., o cuando llegue a Hawaii,jo! San Francisco, espectacular y Los Angeles, y ni te cuento cuando hice el crucero por el Amazonas. Que pena la gente que tiene pasta y se piere todo esto. yo como tu, tampoco lo entiendo.
un besazo!
En mi caso, viajar a p a r t a.
Besos cuzquianos
Mi conclusión: Viajar es buena medicina, aunque tiene efectos secundarios, ya lo dice Anonimo desde Cuzco.
A ti te da más vida todavía. ¡Chica, sigue viajando y nos lo cuentas!
Me ha gustado mucho tu escrito. Un saludo y buenos viajes!
Me ha gustado mucho tu escrito. Un saludo y buenos viajes!
Bienvenido GVGN... Los comentarios en post antiguos me encantan!!! Ponte cómodo... Estás en tu casa!
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